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lunes, julio 17, 2006

Osvaldo Eligio Larancuent (3) - Sobre los reconocimientos - In Memoriam

Para el Ing. Larancuent, un partido de béisbol donde actuara un dominicano, principalmente Pedro Martínez, Manny Ramírez, David Ortiz, Alex Rodríguez o Canó siempre era un incentivo para recostarse en el sofá, y observar el partido hasta su final. Su equipo favorito de las Grandes Ligas era los Media Rojas de Boston. No era un fanático enfermo. Más las veía por las actuaciones de los dominicanos más destacados, y claro el equipo puntero en este apartado era Boston. Y no era una excepción la de los Chicago Cubs, cuando Sammy Sosa, tenía un liderazgo entusiasta. O a los Yanquis, y últimamente a los Mets.

En el béisbol local, como todo admirador de las Estrellas Orientales, les tenía un cariño nostálgico. Ya que las Estrellas, aunque dan sus sustitos, son como los fuegos fatuos: se diluyen en la oscuridad... ¡Así que tuvo que hacerse Liceísta! Y como sabrán los liceístas, no quedó defraudado.

Yo, que observaba el partido desde el comedor, me interesé en compartir un momento en su cercanía. Así que luego de cenar, me senté en la mecedora, que crepitó de inmediato, para ver el partido de béisbol de Grandes Ligas (MLB) en la TV: los Mets y los Yanquis de New York, ganando el pitcheo de Pedro Martínez, con una carrera de ventaja.

Minutos después, entre pitcheos y débiles esfuerzos para que los Yankis bateen, comienza el diálogo:

PADRE: ¿Cómo te está yendo en el torneo de Boliche?

HIJO: Ayer nos fue de maravilla, creo que estamos en primer lugar. Pero como dijeron otros amigos Bolicheros; "hoy cogimos nuestra forma".

PADRE: ¿A qué te refieres?

HIJO: Se refieren a las leyes del promedio. Ayer salimos del promedio, alcanzamos un pico... (sonriendo)... nos volvimos locos. Hoy, estuvimos muy por debajo del promedio, y aunque estamos entre los primeros diez lugares, mañana es cuando se decidirá.

PADRE: ¿Tienen oportunidades?

HIJO: Nuestro plan es la tranquilidad, y esperar que mañana otro golpe de entusiasmo nos ayude a ganar...

PADRE: Espero que ganen.

HIJO: Gracias.

PADRE: Hay algo apasionante en los deportes. Ese el esfuerzo de cada individuo por dar lo mejor de sí, bajo reglas rígidas y por tanto sometidos a una disciplina acordes a las mismas.

HIJO: Así es... por eso, en nuestro caso, cuando logramos destacarnos a pesar de no llevar una práctica tan continua, como los de la Selección Nacional, nos da mucha felicidad, pero siendo realistas, creo que no es posible mantener ese ritmo, para el cual ellos sí están preparados. Nuestra disciplina y entrenamiento no son de alto rendimiento.

PADRE: (Sonriendo) Sí, imagínate cómo deben sentirse ellos, que seguramente practican diariamente, al notar cómo Uds. con el entusiasmo logran superarlos... pero a veces, ellos también aplican la misma teoría de los promedios...

HIJO: Claro... me imagino que dirán, "démosles gabela... que ya veremos en el día final".

PADRE: Sí, pero hay veces ese tipo de frases son un exceso de confianza...

HIJO: (Observándolo y asintiendo, esperando que continúe, luego de un trago de espumeante cerveza).

PADRE: Sabes, que cuando las fuerzas fallan, aparece la astucia. Por ello el jugador no sólo debe estar listo desde el punto de vista de los promedios, esto es por las prácticas, sino también considerando su salud mental y anímica. Son momentos de mucha tensión, y usualmente se hacen muy susceptibles y vulnerables a causa de ella. Provocando que cualquier variable emocional o del ambiente, para la cual no estén preparadas los lleve al fracaso.

HIJO: Sí, eso es muy normal en los torneos. El equipo adversario trata de distraerte o desmotivarte. Los familiares o amigos se acercan a las canchas, abuchean, o aplauden...

PADRE: Sí. Pero eso es en un torneo. En la vida real, el día a día, es igual.

HIJO: He visto casos de ese tipo. Parte del entrenamiento para la vida no es sólo estudiar, y trabajar de forma dedicada; sino también cubrirse de las adversidades.

PADRE: Es tan así, que dicen por ejemplo de la educación en la UASD, que te prepara para la vida.

HIJO: He escuchado eso, ¿por qué?

PADRE: OH-k.o.! (Sacan a Pedro Martínez, con ventaja de una carrera; y meten a un cerrador, luego de embasar a dos corredores) En la UASD es la más democrática de las universidades, pero también están las tiranías. De los profesores, de los estudiantes, de los políticos, y de las autoridades educativas.

HIJO: Debe ser un sentimiento amargo, dar el todo por el todo, y que la decisión sea afectada por un valor no asociado a la calidad de tu trabajo...

PADRE: Así es. Pero es parte de la evolución de la sociedad. Creo que en todas prima el amiguismo, las influencias, y hasta las discriminaciones. En la nuestra, es una cuestión de justicia social. Aunque he notado que está variando, con muchas presiones, acá los concursos son realmente para determinar quién tiene más influencia para lograr cosas.

HIJO: Sí hay muchos elementos discriminatorios. No obstante coincido contigo en que algunas cosas están mejorando... aunque imagino que con muchas barreras de entradas.

PADRE: (Sonriendo y asintiendo) Hace unos días participé en un concurso de construcción de una obra pública, donde las bases exigen que el Ingeniero o Empresa Contratista esté en capacidad de financiar hasta tres meses, después de cada cubicación, la construcción de la obra. ¿Cómo podría un profesional independiente, con su empresa... financiar al Estado con Obras Públicas? Pero sin siquiera considerar una tasa de financiamiento. Te digo que en la práctica es así.

HIJO: (Alex Rodríguez pega un doble, que impulsa dos carreras...) Lo que dices tiene mucho de verdad... pero no todo lo es. Sabes que desde siempre hay alternativas para lograr las cosas. No siempre es la fuerza bruta, o la inteligencia extrema, la que permite lograrlas. Creo que buenos amigos siempre harán falta, y como diría algún medio de televisión, estar en el momento justo en el lugar justo. O incluso, hacer una gestión de espionaje para adivinar las cosas... Recuerda que vivimos en una competencia, que algunos se enfrascan en apellidarla "salvaje", o "cruel", o "despiadada"...

PADRE: No me refiero a eso. Aunque déjame decirte, que vivimos en una sociedad, sometidos a leyes, para tratar que desde el punto de vista de nuestros derechos, seamos iguales. La naturaleza nos da otras ventajas, pero muchos obstáculos los crean los propios hombres, con obstáculos a su favor, para enriquecerse u obtener méritos no trabajados, no luchados, sin esfuerzo.

HIJO: Me imagino que no sólo te refieres a situaciones públicas...

PADRE: Claro, es que obtener logros, trasciende lo público, aunque esos tienen una connotación especial, pues implican un reconocimiento a tu contribución a la sociedad, en el caso de reconocimientos de sociedades o del Estado; pero, muchas veces en la intimidad tenemos mayores logros, que no son mencionados, y que son gracias a la virtud. No obstante pueden opacártelos por posibles vicios que puedas tener.

HIJO: Sí, creo que a veces hay un interés mezquino de resaltar los errores, aunque haya sido ligero, y de poca importancia, y aún teniéndola; para opacar tus méritos.

PADRE: A eso me refiero. Todos tenemos virtudes y vicios. Creo que por ejemplo, como padre de familia, nunca les ha faltado techo, educación, electricidad, un club social, cuidados de salud, vestidos, alimentación, entretenimiento, etc. Parecen cosas sencillas, y creo que muchos padres de familia son igualmente responsables, para cumplir con su deber; no obstante, parecería que somos iguales desde el punto de vista del deber, con relación a aquellos que no cumplen esa responsabilidad tan sencilla.

HIJO: (termina el partido y Perdió Pedro Martínez...) Entiendo... mira este ejemplo, ese gran Pitcher dominicano, Pedro Martínez. Podríamos decir que controló a los bateadores contrarios, por 7 innings, con buenos ponches y con la ayuda de sus compañeros. De repente se debilitan sus lanzamientos, y es requerido sustituirlo. Y tan pronto eso ocurre, disparan un par de carreras. Quizás por él, o quizás por el próximo pitcher... pero al final es a Pedro Martínez a quién afecta. O Sammy Sosa, mientras era productivo, mantenía el festival de Jonrones y el "show time", era el mejor y todos lo elogiaban. Tan pronto bajó su producción, y comenzaron las lesiones... nadie lo quiere.

PADRE: Claro, porque el mérito es de cada día. Y quizás tengan consideraciones por tu pasado, de hecho, a los del promedio no los atacan, pues pasan desapercibidos, o nadie espera nada de ellos, pero a los líderes sí.

HIJO: (Sonríe, y se levanta un momento)

PADRE: Tráeme la botella que está en la nevera, cuando regreses...

HIJO: (Va al baño, y luego toma del freezer la botella con un poco de cerveza pendiente, y le sirve al PADRE).

PADRE: Uds. por ejemplo me piden constantemente que deje la Cerveza y el Cigarrillo.

HIJO: Comprende que estamos interesados en que preserves tu salud...

PADRE: Digamos que Uds. están interesados en mi salud. Pero Uds. siempre me han visto disfrutando de esos placeres, vicios sí, pero placeres. Pues no disfruto de otro tipo de actividades.

HIJO: Así es.

PADRE: Pero yo nunca he dejado de darles lo que Uds. han necesitado, para tomarme un trago o fumar un cigarrillo.

HIJO: Así es. Pero esos placeres reducen tu salud.

PADRE: Hace un rato mencionaste la palabra mezquindad.

HIJO: Oh, oh!

PADRE: A veces la gente se pierde en detalles, y trae por los pelos situaciones que son tan sencillas de comprender. Quizás esta cervecita, este cigarro, equivale al ansiolítico o al somnífero que me dan para dormir. Quizás tiene los mismos efectos a la larga... pero, quiero que comprendan que uno no vive por siempre.

HIJO: Creo que nos desviamos del tema...

PADRE: No nos desviamos, es parte del mismo tema. Quizás que yo me tome la cerveza, y borracho, proteste porque Uds. no me dan libertad, o no me permitan disfrutar estos momentos, son mezquindades...

HIJO: Y comprendo que lo son, pero es por tu bien.

PADRE: Es que no entendemos lo que es el bien o el mal... parece tan difícil entenderlos. Y los dos están en función de la verdad, los deberes y los derechos; y cada sociedad tiene su escala de valores. Para la sociedad, cumplir con el deber, forma parte de lo que llamamos hacer el bien.

HIJO: Creo que eso es una verdad.

PADRE: Exigir mis derechos, también es hacer el bien. Porque los mismos forman parte de un pacto que yo hice con la sociedad, mediante la cual ella me premia si cumplo con mi deber.

HIJO: También eso es verdad.

PADRE: Pero tomar y fumar, no son prohibidos por la ley, excepto para menores. Se sabe que hacen daño a la salud, pero principalmente afecta la capacidad de las personas para cumplir con su deber. E incluso los afecta, porque usurpan los derechos de otros. Y ambas afectaciones son malas.

HIJO: Comprendo a donde me llevas.

PADRE: Pero yo cumplo con mi deber como padre, como ciudadano, y respeto el derecho de cada quién. Por lo tanto yo hago el bien, por lo que me gano el derecho a disfrutar de mis derechos.

HIJO: Puesto así, tienes toda la razón. No obstante ahora estoy confundido.

PADRE: ¿A ver?

HIJO: ¿Qué tiene ver todo eso con los reconocimientos...?

PADRE: (Sonríe, luego de una bocanada, y un trago de cerveza) Lo tiene que ver todo. ¿Qué son los reconocimientos, sino el premio al esfuerzo de cumplir con el deber para lograr tus objetivos de una forma ética y moralmente aceptables?

HIJO: Cierto.

PADRE: ¿Es que los reconocimientos, son sólo premios metálicos o trofeos por triunfar en un deporte? Desde pequeño recibes reconocimientos por cumplir años, por pasar de grado, por demostrar la excelencia en alguna actividad, por cumplir con tu deber. Por cumplir con tu deber. Cada uno de nosotros tenemos un rol, un deber. Nos premian por cumplirlo, por que así incentivamos a que se mantengan cumpliendo con su deber.

HIJO: Comprendo.

PADRE: Cuando me gradué de Ingeniero Civil en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), me galardonaron con un título, el cual uso con orgullo, pues me lo gané; Cuando terminé las diferentes obras públicas en las que participé, me galardonaron con el pago final de la misma; Cuando me enamoré de tu madre, tus padres me la entregaron aceptando el pacto, premiándome haciendo que fuera parte de la familia Cueto; cuando me pensionaron, después de 23 años de dar cátedras en la UASD, me premiaron doblemente, primero con un pago mensual hasta que llegue mi momento final, esto es mi pensión, y luego con un certificado al mérito. Pero asimismo, cada vez que Ustedes logran una meta, me están premiando indirectamente, porque son logros que me satisfacen y me hacen orgullo de ser su padre.

HIJO: Ahora comprendo tu empeño en firmar con el título. Es un logro, que debe ser resaltado en función del esfuerzo. Cada quién obtiene grados que identifican su evolución personal o profesional. De hecho cuando uno es niño, así le dicen; luego cuando supera la adolescencia, le tratan a uno de señor, y aunque se siente extraño es gracioso. Y en el ambiente profesional te llaman ingeniero, y al hacerlo te honran tu especialización, tus logros. Así en la milicia, en la iglesia, en lo personal... cada quién exhibe sus trofeos... En la carrera diplomática es así también. Aunque en ese caso sólo se exhiben en fiestas de galas (es decir, los galardones recibidos en su ejercicio).

PADRE: Ser reconocido, y obtener logros es lo mejor del mundo, pues está asociado a una evolución personal en el ejercicio del bien, del deber, de la excelencia.

HIJO: Entonces, cuál es el miedo... si has alcanzado esos grados, y has sido galardonado con reconocimientos bien ganados...?

PADRE: El miedo está en que a pesar de eso, en la vejez, ya retirado, entramos al olvido. Fuimos reconocidos, pero es posible que no seamos tratados en base a esos méritos, esto es a la admiración que generamos en los que nos homenajearon, como consecuencia de nuestras acciones positivas y meritorias. Hay mezquindad, y el miedo es a caer víctimas de esa mezquindad, de ese escarnio, cuando llega el momento. Y en ese momento nos preguntamos, este que no tiene el mérito ni siquiera de cubrir los gastos mínimos para mantener a su familia, sobre qué se sostiene para enjuiciarme, para maltratarme, para destruir mi vida a la que dediqué tanto esfuerzo.

HIJO: (Asombrado). ¿Te sientes afectado por una situación particular?

PADRE: No, hasta hoy. Ya te he dicho que me siento premiado, los admiro. No importa los logros que tengan o lo encumbrados que estén, Uds. siempre serán mis hijos, pequeños: Osvaldito, Carlitín, Merilyn, Heidy. Me encanta la humildad con las que responden a mi llamado, a mis solicitudes. Pero siento que la gente al escuchar mi cólera por alguna inconformidad, por hacer valer mis derechos y mis deberes, sólo sepa expresar: "es sólo un borracho, no le hagan caso".

HIJO: Esos riesgos siempre estarán presentes. Creo que es posible. Alguien que no te conozca, o que te conoce, pero sólo en estos últimos tiempos, podría pensarlo. Quizás cuando te pedimos que controles tus "placeres", es para evitar que perciban a través de esas expresiones, pero ya lo has dicho, cumpliste con tu deber, estas en tu derecho... y al disfrutarlos en soledad, para ti mismo, nadie debe coartarte la libertad de ejercerlos

PADRE: Gracias, eso es lo que quiero que comprendan.

HIJO: Creo que está tarde. Ya terminaste ese trago, y creo justo que durmamos por hoy. ¿Qué te parece?

PADRE: Estoy de acuerdo... ayúdame a acostar.

HIJO: (Tomándolo del brazo, suavemente) ¡Buenas noches!

...continuará