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miércoles, junio 28, 2006

Sobre los Calendarios y el nuevo Milenio

El siglo XXI, junto con el III milenio iniciaron el pasado 1ero. de enero del 2001.

Cuando el papa Gregorio XIII, implementó el 4 de octubre de 1582 el calendario que luego se denominó Calendario Gregoriano, comenzó la estandarización mundial de un nuevo calendario, que aún en nuestros días ha creado fricciones para mantener e incluso iniciar su uso. ¡Figúrense que el próximo día luego de implementado el nuevo calendario, en vez de ser 5 de octubre de 1582, fue el 15 de octubre!

Pero, ¿porqué se cambió de calendario? ¿cuál calendario existía antes? ¿qué son años bisiestos? Y ¿en qué día se inició el conteo de los años: por “0” o por “1”?

Demos un vistazo atrás y remontémonos a los tiempos del famoso emperador romano, Julio Cesar, quien en el año 45 A.C. implementó un nuevo calendario (denominado luego calendario Juliano). Este ordenaba el caos que existía en cuanto al fechado correcto de acontencimientos y a la sincronización exacta de los días con respecto al tiempo que toma la tierra en girar alrededor del sol: 365.24219 días o el año trópico como también es llamado, y el cual puede ser definido como el tiempo aproximado que toma la tierra en su órbita alrededor del sol, en pasar dos veces por un mismo punto fijo. Este punto fijo ocurre en los equinoccios vernales, 21 de marzo, aunque esta fecha no es exacta, es más una aproximación astronómica basada en promedios.

Para esa época, la medición de los años y días partía desde la misma fundación de Roma, donde el primer día del año era el 1 de marzo, el calendario tenía 304 días—aunque era muy irregular--, con 10 meses de 22 o 23 días. Para designar dicha era se utilizaba la abreviatura AUC (ab urbe condita: desde la fundación de roma) equivalente a la utilizada por nosotros para designar los años Antes (AC) o después del Nacimiento de Cristo (DC). Más adelante abundaremos en este sentido.

En fin, los romanos tenían problemas para precisar cuando ocurrió realmente el año 1 de esa era, pues solo los sacerdotes romanos llevaban ese conteo. Se presume que el año en que Julio Cesar implementó su calendario fue el 709 AUC o como ya dijimos el 45 AC.

Este calendario Juliano (duraba 365.25 días) arrojaba un error de un día adicional cada 128 años respecto al año trópico. Para completar la fracción de días, Julio Cesar ordenó que cada cuatro años se añadiera un día a uno de los meses del año. Este día designado fue el ¡24 de febrero!, el cuál no se numeraba como en nuestra era, sino que según Julio Cesar sería la repetición del 6to. día antes de Kalendae de Martus, (esto es el 6to. día antes del primero de marzo; dicho día se repetiría dos veces por ello se le denominaba bissextile: repetición de 6 dos veces). Esta palabra bissextile devino en la que hoy conocemos como bisiesto. En nuestros días el 29 de febrero es el día bisiesto. Para fines de aclaración el calendario Juliano medía un año de doce meses con 30 días, los meses pares; y 31 días los meses impares; excepto febrero que tenía 29 días.


Existen documentos (no necesariamente verídicos) que cuentan que el Emperador Augusto descubrió un error en el cálculo de los años bisiestos y decretó que por 16 años consecutivos no ocurrirían años bisiestos: del 9 A.C. al 8 D.C. (hasta el 9 AC los años bisiestos se calculaban erróneamente cada 3 años). Por esta corrección, al mes Sextus (sexto mes) se le denominó Agosto. El lector recordará que los romanos tenían 10 meses: el primer mes era Marzo y el último Diciembre (decem, etimológicamente significa décimo). Un honor parecido lo habían otorgado a Julio Cesar cuando implementó su nuevo calendario designando con el nombre de Julio al mes Quintus (quinto mes). Augusto, no se sintió honrado con esta designación pues su mes duraba 30 días mientras que el de Julio era de 31. Por ello Augusto quitó un día al mes de febrero, dejándolo con 28 días en años no bisiestos, y agregó dicho día a su mes dejándolo en 31, quedando por tanto satisfecho.

Como sea, este error de un día cada 128 años, provocaba inexactitudes, cuyos perjudicados principales eran los fieles de la religión Católica. Pues no podían determinar con exactitud la fecha en que se celebraría el domingo de Pascua de Resurrección (muerte y resurrección de Jesús). Aunque se sabe que este evento se celebra el primer domingo, contando a partir del 21 de marzo, después de la ocurrencia de la primera luna llena, los sacerdotes elaboraban complejas tablas para prefijar dichas fechas y era urgente la implementación de un sistema de cálculo más sencillo y exacto.

Para resolver estos conflictos y determinar la fecha de Pascua el Papa Juan I, en el siglo VI DC solicitó a un monje romano llamado Dionisio el Exiguo calcular la fecha correcta de este evento basado en las Reglas de Alejandría, aprobadas en el concilio de Nicea en el año 325 DC. Dionisio formuló sus cálculos a partir de la fecha del nacimiento de Jesús. Como se desconocía (aún se desconoce) con exactitud esta importante fecha, la dedujo de algunos textos bíblicos e históricos, determinando que correspondía al 25 de diciembre de 753 AUC. Más tarde se descubrió que esa fecha no es correcta (unos la sitúan el 750 AUC, es decir 4 años antes). No obstante, esa fue la utilizada y a partir de entonces la equivalencia con respecto a la establecida por los romanos fue de 754 AUC = 1 AD (Anno Domini, “en el año del Señor”, úsase también las siglas D.C. Después de Cristo; o EC, era cristiana).

El lector observará que el conteo no se hizo a partir de “0”, ya que la notación romana no contemplaba el uso de dicho dígito, sino a partir del año “1”. De esta observación se deduce que los siglos y los milenios se cuentan sumando múltiplos de 100 o 1,000 años a dicho dígito. Por lo que en nuestro caso actual tanto el próximo siglo como el próximo milenio iniciarán a partir del 1 de enero de 2,001.

El calendario Gregoriano corrige ese error del calendario Juliano, aunque su nivel de exactitud tampoco es preciso, pues pospone el error de un día adicional cada 128 años a cada ¡3,300 años! (delegamos ese problema a la posteridad).


Entre otros datos curiosos al respecto, los años de este nuevo calendario tienen una duración de 365.2425 días (con 97 años bisiestos cada 400 años). También se hizo una modificación al cálculo de los años bisiestos pues además de estar condicionado a cada cuatro años; estos no pueden ser divisibles por 100 con excepción de los que sean también divisibles por 400. El año 2,000 cumple con estas condiciones, por lo que será bisiesto.

Al principio del artículo mencionamos que al establecerse el calendario Gregoriano el día 4 de octubre de 1582, el próximo día fue el 15 de octubre en lugar del 5 de octubre. Esto ocurrió porque a esa fecha de 1582 el error acumulado de 1 día cada 128 años producido por el calendario Juliano, había generado 10 días adicionales, a partir del año 325 DC que fue la fecha en la que se tomó conciencia del problema (Concilio de Nicea). El cálculo utilizado para determinar la diferencia de días fue: (1582 – 325) / 128; que da como resultado aproximado 10. Es importante señalar que en la misma medida en que los países iniciaron el uso de este calendario Gregoriano tuvieron que realizar este salto de fechas para sincronizarse con los años trópicos. Lógicamente, siempre se realizaba el cálculo tomando de referencia el año 325 DC y el año de implementación del calendario.

El lector avisado sospechará que esta información suministrada no aclara todo lo relacionado al cambio de milenio, y le damos la razón. Este problema de cambio de fechas incluye problemas religiosos (¿aplica el cambio de milenio a todas las religiones?), problemas tecnológicos (¿por qué las computadoras son afectadas por este problema?), problemas apocalípticos (¿Cuándo ocurrirá el día del Juicio final?), problemas psicológicos (¿es un cambio de cifras: 1999 al 2000?), entre otros.

Lamentablemente nuestra explicación está circunscrita a determinar si el fin de este milenio(siglo), basado en el calendario gregoriano, sería el 31 de diciembre de 1999 o el 31 de diciembre del 2000. Creo que, pudimos salvar esta dificultad sin problemas.

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