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domingo, diciembre 26, 2010

Érase una vez, en un fin de semana en Punta Cana.

Publicado sin correcciones. Este fue escrito quizás en el 1994.

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Érase una vez, en un fin de semana en Punta Cana

En nuestros días, el, en informática o tenga una empresa que dependa de usted, desde los mas mínimos detalles. disfrutar de momentos de esparcimiento es muy loable, siempre y cuando no trabaje de medicina
Ejemplifiquemos nuestro esquema con los que trabajan en informática. Ellos no pueden, dependiendo del proyecto o la empresa en que trabajen, darse el lujo, pues es un verdadero lujo, de dormir, descansar, deleitarse con una solaz distracción, disfrutar del ocio, no importa que tipo: el ocio que consideraba Séneca era necesario para deleite de nuestro espíritu, es decir leyendo, oyendo música o filosofando sobre el devenir de nuestra vida; o el ocio holgazán de tirarnos a la bartola sobre una cama, una hamaca o cualquier mueble diseñado para el disfrute de esta acepción, muy común, del ocio.
Les digo, y créanlo de buena fuente, que el descanso no se hizo para aquellos individuos claves en la sociedad. Mucho mas descanso tendría un obrero o un empleado de zona franca, zonero , cuando lo decida por modus propio, a un ingeniero, administrador o encargado de algún proyecto empresarial en desarrollo o en etapa de adaptación.
Creemos que mientras mas conocimientos y grado intelectual tengamos, mas independientes somos en relación a los compromisos sociales y morales que nos atan a los demás. Pero, !cuanto dista esto de la realidad!. Mientras mayor es el puesto que escalamos, mayor responsabilidad asumimos con respecto a las personas que dependen de nosotros y de las que dependemos. Enfoquemos el caso de un funcionario de relativa jerarquía en una empresa bancaria relacionado con el área de informática. Espero que el breve relato que les presento sea tan elocuente como nuestro animo locuaz esta en disposición de serlo.
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Jacinto era un joven de algunos 24 años, rostro barbudo cuya barba semejaba un estropajo de cáñamo, por su desaliño y descuido; sin embargo sus señales de juventud nada tienen que envidiar a un niño, pues su piel es tan suave como tal. Alto, de fisonomía mas bien hindú que dominicana, pues presenta unas cejas hirsutas, ojos grandes y del color negro de los negros corales del caribe, color mestizo, sumamente acanelado y labios finos, delicados, dientes tan grandes y bien delineados, como el de sus antecesores taínos.
Este joven, ingeniero de sistemas, trabaja en el sector financiero. El área donde prestaba servicios era informática y desde hace unos dos años esta en los mas ambiciosos y grandes proyectos que había tenido la banca nacional hasta esos días.
Así como eran de ambiciosos estos proyectos: automatizar toda la estructura bancaria; así la vida personal se le había ido empequeñeciendo de tal manera que fines de semana, noches arduas y días desvelados venían aflorando al alrededor e interior de su vida. No decimos que sus fuerzas fueran enflaqueciendo, pues siempre, por lo menos físicamente, ha sido un tanto débil y enclenque. Pero bien, no nos desviemos de nuestro tema. El hecho es que Jacinto esta tratando desde hace algunos meses de desembarazarse de tanto estrés, monstruo de nuestros días, que se ha montado a caballo sobre las yugulares de su cuello, que se mantienen tensas en todo momento. Para ello elabora un plan que consiste en delegar sus obligaciones, en los subordinados. Pero que subordinados son esos, pues no existen? Sin embargo ha solicitado ese personal adicional, de manera que se distribuyan las obligaciones y se haga menos indispensable. Hagamos un paréntesis, y disculpe el lector si tomo tanto tiempo sin haber llegado aun al meollo de nuestro asunto, para decir que el hacerse indispensable, aunque lo aparente, no es nada bueno para los puestos en que uno se desempeña, pues antes que motivar los ascensos, se atrae el estancamiento. En el caso de nuestro amigo, la situación de indispensabilidad es motivada por la ausencia de personal adicional, antes que por motivos personales.
Bien, pues un grupo de compañeros, le han invitado a pasar un fin de semana, en uno de los magníficos resorts de la zona este de la isla. !Nadie ambiciona placer mas grande que pasar un week-end por esos lares, disfrutando de la azulada playa, el despejado cielo, la fulgente arena y magnifico tiempo. El momento seria dentro de dos semanas a partir del día de marras.
Se le ha asignado resolver la instalación de una nueva versión de uno de los sistemas de back-office : transito. Permítanme decirles, nuevamente me desvío, que hacer un sistema bien documentado y luego darle mantenimiento resulta sumamente agradable, no obstante lo contrario se convierte en una especie de migraña crónica. Si usted no se abstrae a lo que me refiero, imagínese que usted haya tenido control del archivo de clientes de una empresa, y haya mantenido la información de estos organizada por apellidos. Se hará sumamente fácil para una persona que le reemplace el que usted le diga todo esta organizado por apellidos, y existe una etiqueta que identifica alfabéticamente las letras con que inician. No así, cuando la persona anterior al puesto que usted ocupara le haya dejado ese archivo ordenado en algunos casos por nombre, otros por apellido y otros por la empresa donde trabajan. Es notorio que esta ordenado, pero es un orden muy personal al que usted sin ningún tipo de ambages podría calificar de !maldito desorden! .
Pues así ocurre en el caso nuestro. Le entregaron ese sistema, lo modifico tratando de alterar lo menos posible el orden que antes tenia. Pero así como los amantes del domino forman una línea, con ellos parados y separados a una distancia menor de lo que extendidos ocupan, de manera que al caerse no solo cae uno de ellos, sino de una forma muy simpática y jocosa, todos; asimismo cayo ese sistema. Una ligera modificación, pero demasiado inflexa para hacerse. !Imagínense lo que paso!.
Cuando el creía que su fin de semana estaba asegurado, pues los encargados de demostrar que todo estaba correcto lo demostraron, se puso en peligro ese tan ansiado y ya pagado día.
El día de instalación de esa nueva versión del sistema, todos los usuarios, !y a nivel nacional!, llamaron poniendo el !grito al cielo!. No todo era alegre para nuestro amigo.
Lo mas interesante es que la unidad técnica entrenada para este tipo de contingencias, no solo no puedo resolver el problema, sino que encima de las correcciones que estaba haciendo Jacinto, desviaron todas las llamadas recibidas hacia su extensión telefónica. Dieron el numero de su localizador, beeper o pager , como ustedes lo conozcan es lo de menos.
El endemoniado aparato telefónico campaneaba con los ojos vendados, pues no veía el charco de desesperación en que se encontraba Jacinto. El localizador sonaba con infernal pitillo, esos aparatos mas bien parecen sirenas, no por la belleza de su canto, como en los episodios odisíacos donde Ulises tuvo que amarrarse al mástil para oírlo sin peligro, !sino por que te llevan hacia los arrecifes para destruir tus nervios; !lo mas interesante es que no valen hisopos de cera que te pongas en los oídos, pues es tu obligación el oírlos y proceder a contestarlos!.
Al fin se decidió suspender el operativo, pues ni la peor de las pesadillas, podría compararse al insoportable peso del trajín de ese día.
Aun faltaba una semana para el día en que comenzaría el viaje hacia el resort .
Jacinto, decidió buscar todos los problemas ocurridos para darles solución inmediata. Tan inmediata que le tomo cuatro días encontrarla.
Las modificaciones estuvieron listas faltando tres días para el viaje de marras, donde Jacinto soñaba estar sobre las placidas aguas de la playa disfrutando del deleitoso deporte windsurf , donde el viento le golpearía con sutil desenvoltura y aterciopelada suavidad. Sentir el salado frescor del mar y el danzar alegre al compás de los ínclitos sonidos del merengue: !el destino le jugaría una pesada broma, y lo mas grande el lo presentía!.
El jueves confirmo su viaje que partiría el viernes a eso de la 1:00pm. Le dijo a sus compañeros, con tan poco placer, que mas bien aprecia una formalidad:
• Mi viaje parte a la una. Finalicen las pruebas hoy y determinen si esta todo correcto. Si algo sale mal me pueden localizar llamado al beeper . Estoy dispuesto a posponer mi viaje para el sábado, en caso de problemas.
Dicho lo cual se fue a su hogar a dormir placida y ansiosamente esperando la llegada del próximo día libre de problemas. Se levanto temprano y envuelto en los efluvios de la música de Johan Strauss, cuyos valses, le arropaban de espiritual alegría. Estaba entusiasmado y lleno de gozo, aunque latente el temor de la llamada inoportuna.
Dieron las 11:00 a.m. y aun no daban señal de problemas, cada minuto era contado con insistencia. No negaremos que sea posible la comparación de la sensación de terror acontecida entre el caso de Jacinto y el del personaje de Edgar Allan Poe en su cuento El Péndulo, cuando este, víctima de la Santa Inquisición veía, amarrado en una oscura torre a una cama de esterilla, como el péndulo cuyo extremo inferior estaba guarnecido por una aguda cimitarra, se balanceaba de un lado a otro, y en cada oscilación bajaba un par de pulgadas, con el objetivo de flagelar su cuerpo y dividirlo en dos perfectas mitades. La situación no es la misma seguramente, pero la sensación de la llamada terrorífica al infernal aparato de comunicaciones , no lo dudamos. Y Jacinto, inquieto, como quien usa de la telepatía para comunicarse con otros, atrajo con su pensamiento la llamada esperada. Tal vez era mejor, pues la angustia le corroía las entrañas, y no podría evitar posibles nauseas o malestares estomacales por la ansiedad.
Jacinto llamo, pregunto por el problema y dio la solución, pidiendo al individuo al otro lado del auricular que tratara de localizar y probar todo antes de la 1:00pm, recordando que suspendería el viaje en caso de problemas. Ninguna otra llamada volvió a recibirse. Esa ultima llamada definitivamente le quito peso a sus preocupaciones, pues el problema no aparentaba ser de ninguna envergadura.
Los compañeros de Jacinto, que iban junto a el y aun no habían llegado, llegaban. La estación de autobuses sentía el incremento en la cantidad de viajantes. Todo era entusiasmo creciente, alegría contenida e inteligible parloteo. La vestimenta de todos era de lo mas variopinta y policroma. Pues aunque todos vestían deportivamente, unos usaban colores chillones, otros colores conservadores; unos pantalones largos, otros cortos; unos camisas otros camisetas. Pero, en general, era común una actitud alegre y animada por la pronta partida.
El viaje tomo 4 horas. Atravesaron Santo Domingo, San Pedro de Macorís, La Romana e Higüey. El cielo ostentaba el mas impecable azul, el matiz de los arbustos en el camino era de un verdor amarillento, por el inicio de la sequía; no estaba muy transitada la autopista, ni había muchas personas en las afueras. El sol brillaba con incandescente intolerancia y calentaba ardientemente a la brisa. No había el menor viso de lluvia. El localizador, no sonó en ningún momento y Jacinto, por momentos impaciente, lo probaba tratando de determinar si estaba defectuoso o apagado. Es increíble la psicosis que nos hacen sentir estos aparatitos.
Una vez en el hotel, eran las 5:00pm, se empezaba a sentir relajado: si a esa hora aun no había sonado la sirena infernal , significaba que todo marchaba sobre ruedas en Santo Domingo.
Luego de las palabras de bienvenida, el registro en las habitaciones de lugar, y la toma de posesión de las habitaciones, todos se desperdigaron, acordando reunirse en el área de la piscina para así estrenarla.
• !Apaga ya el aparato ese, Jacinto y despreocúpate! -exclamaban sus compañeros que lo veían andar con el aparato en todo momento y a todo lugar.
Disfrutaron de la piscina. Esta ostentaba un azul aqua deleitante que atraía, a quien la viese, a sumergirse en sus aguas. Allí estuvieron todos disfrutando hasta alrededor de las 9:30pm, hora en que se despidieron para vestirse y cenar.
Jacinto, ya estaba tranquilo, completamente relajado y distanciado de todo lo que significase trabajo. Mentalmente estaba ya en toda disposición de prescindir del localizador desde el momento en que llegase al apartamento hasta el próximo lunes, cuando se reanudaría su trabajo.
En la habitación y en disposición de darse una ducha, para desembarazarse del cloro de la piscina y acicalarse para los actos de la noche, sonó de la manera mas inocente el teléfono de su habitación. Pensando en todo menos en problemas, y en todo menos en la posibilidad de que lo llamasen desde Santo Domingo y mucho menos a esa hora, tomo el teléfono sin el mas mínimo asomo de inquietud.
• Buenas noches!- dijo Jacinto a través del auricular.
• !Jacinto, como estas?!- respondió el director y jefe del departamento de informática, Tomas, en Santo Domingo.
A Jacinto un frío relampagueante le recorrió el cuerpo, desde la punta del pie hasta la ultima brisa de su despeinado pelo. El rostro, que en ese momento gozaba de la embriaguez del asueto y el desenfado de los que no tienen obligaciones, cambio de actitud. Hizo un silencio de un minuto, aproximadamente, pasándole por la mente todo el diccionario de palabras procaces y desaforadas, y haciendo combinación de estas con otras para crear nuevas.
• Oh, que pasa...? -pregunto Jacinto con la intención de pronunciar en los puntos suspensivos alguna frase ofensiva, destemplada y llena de ira. Mas sostuvo su intención.
• Como que pasa? -pregunta la voz remota- !aquí con mas problemas que el d...!- dijo con sutileza y con simpática ironía Tomas.
Dos horas se prolongo la asistencia de Jacinto a la gente de Santo Domingo. Luego de finalizada la asistencia estos dijeron que esperara una llamada que le desligaría de futuras posibilidades de problemas:
• No te muevas de ahí, te llamaremos para decirte cuando te vayas- ordeno la voz de Santo Domingo. -Bien, bien, no hay problema.
No daremos continuidad al relato, solo diremos que la llamada nunca llego, cosa que le lleno de tensión en el resto de los días de ese week-end deleitoso, estigmatizándolo e impediéndole disfrutar con la debida calma y aptitud de las actividades que se desarrollaron mientras duro este.

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